Un te quiero suspendido en el aire. Sin una respuesta. Ocho letras que podían cambiarlo todo, absolutamente todo por completo. Acompañado de un pequeño escalofrío que invadía todo el cuerpo. Y que no falte todo el dolor del mundo, cuando ves que ya está hecho y no hay salida, ya está dicho. Un te quiero que llegó, pero nunca fue respondido.
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